El 10 de septiembre del 2003, el Presidente Kirchner firma su primer acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La mano venía muy dura.
En diciembre del 2001, cuando el monto alcanzaba los 145.000 millones de dólares, Adolfo Rodríguez Saá declaró la suspensión del pago de la deuda externa, medida que solamente afectaría a los acreedores privados. Por su parte, los organismos internacionales (FMI, BID y Banco Mundial) cuyos créditos eran solo una porción (u$s 21.600 millones) de la deuda global, no se verían afectados por la medida ya que seguirían percibiendo sus pagos en tiempo y forma.
Durante el Gobierno de Duhalde se tiró la pelota para adelante: en cuanto a los acreedores privados no se resolvió nada y con respecto a los organismos internacionales se firmó un acuerdo provisorio hasta agosto del 2003, momento en que se tendría que llegar a un acuerdo de fondo y a mediano plazo. Mientras tanto, el FMI monitorearía nuestro País al mejor estilo Gran Hermano.
Llegado el Gobierno de Kirchner las relaciones empezarón a cambiar. Discursivamente, el Pingüino le venía pegando al Fondo en cuanto micrófono se le cruzara, haciéndolo co-responsable de la crisis sufrida por el País.
Llegó el momento de sentarte a negociar y el Presidente se involucró personalmente. Faltaba poco para que venciera el plazo firmado por el Cabezón pero el nuevo acuerdo no llegaba. El Fondo, que empezaba a mostrar cuales eran los reales intereses que defendía, exigía aumento de tarifas, ajustes, desembolso de reservas y compensación a los bancos. El plazo venció el 9 de septiembre. Al día siguiente, mientras algunos pronosticaban que se venía el Apocalypsis, el Gobierno y el Fondo Monetario llegaron a un acuerdo, pero esta vez quienes claudicaban fueron ellos. Se refinanció el capital para agosto del 2006, sin ninguna de las exigencias que el Fondo pretendía.
El pueblo argentino volvía a ponerse de pié, recuperaba la dignidad y el autoestima.
De todo esto, lo más importante es que se mandó al Fondo al freezer y el Gobierno ganó movilidad para negociar en forma directa con los acreedores privados la gran torta de la deuda externa (u$s 120.000 millones). El Pingüino, pese a las presiones de los poderos más poderos del mundo, les impuso a los acreedores una quita histórica de 60.000 millones de dólares, suma record en todo el mundo.
En cuanto al Fondo, a finales del 2005 se le pagaron los 10.000 millones de dólares que se le debía y para los argentinos, hoy, FMI es sinónimo de pasado. Pero eso, es historia de una próxima entrada...
13.8.07
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