
En diciembre del 2001, cuando el monto alcanzaba los 145.000 millones de dólares, Adolfo Rodríguez Saá declaró la suspensión del pago de la deuda externa, medida que solamente afectaría a los acreedores privados. Por su parte, los organismos internacionales (FMI, BID y Banco Mundial) cuyos créditos eran solo una porción (u$s 21.600 millones) de la deuda global, no se verían afectados por la medida ya que seguirían percibiendo sus pagos en tiempo y forma.
Durante el Gobierno de Duhalde se tiró la pelota para adelante: en cuanto a los acreedores privados no se resolvió nada y con respecto a los organismos internacionales se firmó un acuerdo provisorio hasta agosto del 2003, momento en que se tendría que llegar a un acuerdo de fondo y a mediano plazo. Mientras tanto, el FMI monitorearía nuestro País al mejor estilo Gran Hermano.
Llegado el Gobierno de Kirchner las relaciones empezarón a cambiar. Discursivamente, el Pingüino le venía pegando al Fondo en cuanto micrófono se le cruzara, haciéndolo co-responsable de la crisis sufrida por el País.
Llegó el momento de sentarte a negociar y el Presidente se involucró personalmente. Faltaba poco para que venciera el plazo firmado por el Cabezón pero el nuevo acuerdo no llegaba. El Fondo, que empezaba a mostrar cuales eran los reales intereses que defendía, exigía aumento de tarifas, ajustes, desembolso de reservas y compensación a los bancos. El plazo venció el 9 de septiembre. Al día siguiente, mientras algunos pronosticaban que se venía el Apocalypsis, el Gobierno y el Fondo Monetario llegaron a un acuerdo, pero esta vez quienes claudicaban fueron ellos. Se refinanció el capital para agosto del 2006, sin ninguna de las exigencias que el Fondo pretendía.
El pueblo argentino volvía a ponerse de pié, recuperaba la dignidad y el autoestima.
De todo esto, lo más importante es que se mandó al Fondo al freezer y el Gobierno ganó movilidad para negociar en forma directa con los acreedores privados la gran torta de la deuda externa (u$s 120.000 millones). El Pingüino, pese a las presiones de los poderos más poderos del mundo, les impuso a los acreedores una quita histórica de 60.000 millones de dólares, suma record en todo el mundo.
En cuanto al Fondo, a finales del 2005 se le pagaron los 10.000 millones de dólares que se le debía y para los argentinos, hoy, FMI es sinónimo de pasado. Pero eso, es historia de una próxima entrada...
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